sábado, 22 de junio de 2013

Séptima sesión

María Elena Solórzano
(Delicias, Chihuahua, 1941)


 


Originaria de Ciudad Delicias, Chihuahua, México. Es poeta y cronista de Azcapotzalco. Licenciada en educación Primaria, Escuela Nacional de Maestros y profesora de Biología, Escuela Normal Superior de México. Así como licenciada en Letras Hispánicas, en la UNAM. Ha publicado entre otros tantos, los siguientes libros: Ecos, Piscis, 1980. México. Poema inconcluso SOCE, México, 1985. Arco iris de papel, Autor, México 1996. Sirimiris, Pluma del ganso, 1997. Eterna amante, O.M, México, 1997. En un rincón… Pluma del ganso, México 1998.Trueque al alba, DIF, México, 1999. Miradas del ayer (1999) Viento de obsidiana (2000) Vestigios de luz (2002). Círculo de Poesía (colectivo), aBrace, Uruguay, 2003. Gruta de espejos, Papuras, México, (2004). Los cánticos del ángel, Urdimbre, México, 2005. Salmo de luz, Arde editoras, México, 2006. Los secretos del enebro, Premio Nacional de Poesía 2007 Tinta Nueva, México, 2007, y la segunda edición de Vestigios de Luz, Verso Destierro, 2010. Ttiene reconocimientos en México y en el extranjero. Ha sido incluida en antologías nacionales y extranjeras. Ha asistido a encuentros nacionales e internacionales. Traducidos algunos poemas al inglés, francés, portugués y náhuatl.





TAMURAS

I

Cuando Tamuras reina en Persia,
desciende un mago con ojos de encendido carbón,
sus pupilas fosforecen a cada instante
en contraste con el lóbrego damasco
que cubre su cuerpo de mustio pergamino.

“Tú eres el rey de reyes,
algo falta en tus vitrales,
en tu abanico de virtudes.

Falta la magia,
la urdimbre del prodigio.
Descifrar el código sagrado”.

II

Siete días y siete noches enclaustrados,
en total ayuno de corderos y de peces.
devoran hierbas colectadas en las rocas,
donde deambula la mujer de negro
donde pacen los corderos de dos cabezas.

Beben ácidos fermentos
para que los ojos miren más allá de las cosas,
y la lengua suelte atávicas amarras.
Con su vómito
manchan las paredes de verde y amarillo,
alunados dibujan sirenas y góndolas de plata.

III

Por fin el viejo abandona el palacio,
la alforja llena de preciosos minerales,
cada ojo de paloma convertido en turquesa.
cada corazón de pez convertido en ágata marina.

IV

Un ejército de sombras prepara el rey.
de día invisible
como la oración
que cruza la galerna de la tarde,
como un mal pensamiento.

Ahora ya puede vencer a los mortales,
a los demonios, a los Dius.

V

Invisible como aliento de torcaz
se desliza en el palacio de humos y de sombras.

Ahrimán siente el hálito de su presencia
y también se vuelve inmaterial,
brisa marina en constante movimiento.

VI

Tamuras toma a su enemigo
como si fuera un fardo de leña,
como si fuera un haz de secas ramas.

Vuela como un recio halcón,
con la ardentía entre las piernas
y lo lleva a la mansión
donde se maceran los arándanos.

VII

Lo encierra en la cámara
donde todavía flotan las invocaciones
y las lagartijas dormitan
en los resquicios del tejado.

Quema en un sahumerio
brazos de sábila y pétalos de rosa,
endrino el humo todo lo satura.

Pronuncia los conjuros
aprendidos en las noches de insomnio.

Convierte el terrible Ahrimán
en un hermoso caballo de azabache
(pelambre lleno de espejos
donde cabrillea la luz de la Luna).
Enseguida monta al brioso animal
y después de la doma dice:

“Este es mi caballo favorito,
el que tiene los belfos calientes
y una desesperanza de salitre en los ojos.

VIII

Los hijos de Ahrimán atacan con furia,
pero son derrotados.

Los ojos nublados de borrina,
las manos y los pies con grillos,
la lengua llena de amargor.

Con el primer canto del gallo,
se cumplen los presagios.

IX

Se mesan los cabellos.
Se arrancan las uñas con los dientes.
Sus lágrimas
mojan el polvo de todos los caminos.
“Tamuras.
Tamuras.
Tamuras
perdona a nuestro anciano padre.

Te daremos el más valioso de los secretos: la escritura.

Florecerán en tu reino los almendros,
y la sabiduría colmará todos los aljibes”

El rey toca el negro pelambre del corcel
y recobra su humana forma,
su figura de encorvado viejo.

X

Los tres demonios se refugian
en la caverna donde los años dejan sus secretos.

Gimen.
Gimen
Gimen.

Piel llena de espinas,
alma cubierta de borrasca,
corazón donde anida la ponzoña,
ojos nublados por el odio.

Algún día,
brotará en sus manos
la negra flor de la venganza.